La imagen muestra a una joven de apariencia etérea, con cabello rubio y largo que fluye como hilos de oro líquido. Su mirada es serena y profunda, como si contuviera la sabiduría de los siglos. Está vestida con un delicado vestido de gasa en tonos dorados, que se adhiere suavemente a su figura, resaltando su belleza celestial. Su piel parece iluminada por una luz divina, radiante y suave como el mármol blanco de una estatua griega. La joven se encuentra en un entorno misterioso, rodeada de columnas antiguas y follaje exuberante, evocando la majestuosidad de una diosa griega descendida del Olimpo.
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