Amor en los jardines de invierno 🪻Relato gráfico

 

El romance florece en los lugares más inesperados, y en esta historia de época, la Inglaterra victoriana nos transporta a un mundo donde el amor desafía las barreras del tiempo y el dolor. Hoy te cuento una historia de amor entre una joven artista y un duque solitario, quienes, entre secretos y jardines nevados, descubren que el invierno puede ocultar el calor de un amor verdadero.

El Encuentro

Nuestra protagonista, Emma Fairchild, era una joven de noble linaje, pero los días de abundancia habían quedado atrás desde la muerte de su padre. Ahora, para mantenerse, Emma se dedicaba a lo que más amaba: la pintura. Era a través de sus cuadros que encontraba no solo paz, sino también una manera de expresarse. Fue entonces cuando recibió una invitación que cambiaría su destino: el duque Alexander de Ashworth, conocido por su actitud fría y su vida solitaria, había abierto las puertas de su mansión a una cena especial, y Emma había sido invitada.

La noche de la cena, Emma llegó a la imponente mansión del duque, un lugar rodeado de jardines cubiertos de nieve que brillaban bajo la luz de la luna. La mansión era un espectáculo de lujo, pero en medio de todo ese esplendor, el duque Alexander apareció como una figura distante, apenas dedicando una palabra a cada invitado. Emma lo observó y sintió una mezcla de curiosidad e intriga.

En su paseo por la mansión, Emma llegó a una galería de arte donde se exhibían retratos de la familia Ashworth. Fue entonces cuando un cuadro en particular atrapó su atención: un retrato sin terminar del propio Alexander. La expresión en su rostro era misteriosa, un enigma que parecía esperar ser resuelto. Sin pensarlo dos veces, Emma se acercó al duque y, con valentía, le ofreció completar el retrato.

Sesiones en los Jardines de Invierno

A pesar de su sorpresa inicial, Alexander aceptó. Las sesiones de pintura se llevarían a cabo en los jardines de invierno, un invernadero dentro de la mansión, donde la luz natural era perfecta para trabajar. Allí, rodeados de plantas y bajo el suave brillo de la luz invernal, Alexander y Emma se conocieron de un modo que ninguno de los dos imaginaba.

A través de las pinceladas y del tiempo compartido, Emma descubrió que tras la coraza distante del duque había un hombre profundamente herido. Alexander había perdido a alguien importante en su vida, una pérdida que lo había vuelto frío y distante con todos, incluido él mismo. Emma, sensible a su dolor, sentía que cada trazo del pincel la acercaba un poco más a él.

Por su parte, Alexander se sintió cada vez más conmovido por la energía de Emma, por su valentía y sinceridad. En ella encontraba alguien que no solo comprendía su dolor, sino que lo aceptaba sin reservas. Y así, entre charlas y miradas, el hielo comenzó a derretirse en sus corazones.

La Despedida

Sin embargo, los miedos seguían presentes. Alexander, con dudas sobre si Emma podría amar a alguien tan marcado por el dolor y la desconfianza, se apartó. Se despidieron en una de sus últimas sesiones, conscientes de que el tiempo que habían compartido en los jardines de invierno sería, tal vez, solo un recuerdo.

Emma, al regresar a casa, comprendió que no podía seguir adelante sin confesar lo que sentía. Sabía que Alexander había dejado una marca profunda en su corazón. Así, en una noche fría, regresó a la mansión, atravesando los jardines nevados en busca del hombre que se había convertido en su amor.

Bajo la Luz de la Luna

Cuando Alexander la vio llegar, supo que no podría dejarla ir. En un momento lleno de emociones, Emma le confesó su amor, y Alexander, ya sin barreras ni temores, la tomó entre sus brazos. Bajo el cielo estrellado y la nieve que caía suavemente, sellaron su amor con un beso.

Los jardines de invierno, que habían sido testigos de secretos y silencios, vieron también nacer un amor que perduraría. Emma y Alexander, dos almas que encontraron la calidez en pleno invierno, supieron que juntos podrían desafiar el tiempo y el destino.